Prólogo de Eduardo Minnig,
Director del Diario Nuevo Día Digital, Coronel Suárez (Bs.As.)
Digo que ‘a la
fuerza’ porque nuestras abuelas, en su mayoría, solo hablaban en el dialecto
alemán y para comunicarnos con ellas debíamos, necesariamente, aprenderlo.
Junto con el idioma también nos inculcaron los valores, los aspectos
religiosos, las comidas típicas y hasta los personajes con los que nos asustaban
en el caso de que cometiéramos alguna travesura, tales como el Pelsnickel, o el
recuerdo de alguna de las tantas aldeas a orillas del Volga como Kamenka,
Dobrinka y tantas otras. Retazos de la historia de nuestros abuelos, sus
costumbres, su devoción religiosa, sus remedios mágicos como el Wunderbalzm, el carro ruso y tantos otros recuerdos
que Horacio Walter ha sido capaz de rescatar de aquella vieja valija de cartón.
Desde la dirección del diario Nuevo Día de Coronel Suárez,
siempre le brindamos un espacio importante a la historia de los Alemanes del
Volga. Aquí me detengo para aclarar el por qué.
‘Desde el Wolga’
Durante muchos años el suplemento dedicado a ‘Nuestras Colonias’ estuvo a cargo del historiador Héctor Maier Schwerdt. Esto fue así hasta que el Señor decidió llamarlo a su lado.
Luego de un tiempo, fue María José Bohn quien me propuso
volver a editar un suplemento para seguir contando la historia. El nombre que
sugirió y, que acepté sin dudar, fue “desde el Wolga”. Fueron 50 ediciones
semanales y a partir del N° 1 el suplemento contó con el invalorable aporte de
Horacio Agustín Walter quien, edición tras edición, hurgando en esa ‘vieja
valija de cartón’ trajo al presente un sinnúmero de recuerdos, historias,
costumbres y personajes que, seguramente, resultaron ser comunes para todos
quienes somos herederos de esa rica historia. La historia de Los Alemanes del
Volga.
Era el mediodía del 10 de noviembre de 2017. Se inauguraba en pueblo San José la Füllsen Fest. Me encontraba almorzando en un restaurant situado frente a la Iglesia. Se acerca el dueño y me señala que un señor, que venía a presentar un libro, quería saludarme. Le respondí: ‘con mucho gusto’.
Como a la media hora se acercó a la mesa y me lo presentó. Se trataba de Horacio Agustín Walter y había venido a presentar el libro “Por los Senderos del Wolga”. Nos saludamos, conversamos animadamente durante una media hora, le compré un ejemplar y nos despedimos. Quedó flotando una sensación de cercanía y familiaridad a la que no le encontré una explicación inmediata. Leyendo el libro -faltarían 4 o 5 páginas- en el que describía historias que me eran familiares, descubrí que habíamos sido compañeros en el Colegio La Salle de Pigüé. Nos reencontramos después de 60 años.
Una vieja valija de cartón, es una apelación que Horacio Walter hace a su propia imaginación, intentando rescatar, de allí dentro, algunas de las numerosas historias, anécdotas y personajes de aquella epopeya que se inició allá por 1773 con la partida de los primeros colonos alemanes con destino a Rusia. Una vieja valija de Cartón compartió durante las 50 ediciones del suplemento Desde el Wolga, un viaje por distintos lugares, por historias comunes, por recuerdos de nuestra infancia que volvieron a nuestra memoria, que nos unen en ese aporte al patrimonio inmaterial que hace a nuestra cultura.
Un aporte que merece ser volcado en este libro.
¡Un tesoro!