Una “vieja valija de cartón” nace como notas semanales publicadas en el diario regional de Coronel Suárez (Nuevo Día Digital) durante el año  2018 con el solo objetivo de recuperar historias y saberes, recuerdos, objetos y todo aquello que pudiera responder al patrimonio inmaterial de nuestra comunidad.   Sólo haber cumplido durante un año a lo largo de cincuenta notas nos dejó con muchísimas ganas de haber seguido ya que este patrimonio resulta incomensurable a medida que nos internamos en las historias, en las familias, en los hechos y en la vivencia cotidiana de todos.

No obstante, estas cincuenta notas con algunas pequeñas fotografías sale a la luz en estos momentos no deja de ser un testimonio interesante de lo hecho y, luego se verá si es posible seguir adelante o si otros compañeros se animan a seguir estas tareas que tampoco fueron inventadas por mi sino que tenemos antecedentes valiosos que han realizado algunas cosas iguales, parecidas y también mejores.

De todos modos “Una vieja valija de cartón” hoy está ante ustedes, para ser observada, leída. Atesorada. Resulta interesante ver agrupadas las notas con una diversidad total y absoluta. Junto al árbol de mayo podemos tener historias como la del conejo de Pascuas o la canción de la navidad. Junto a las trabajadoras que limpiaron las ciudades alemanas luego de la guerra tenemos al fielsen, o a la importancia del lúpulo para nuestras cervezas. Todos está unido y a la vez disperso, tanto como fueron publicadas en las notas del diario, semana a semana.

Ahora, el libro está a vuestra disposición. Pueden leerlo, comentarlo, generar todas las devoluciones posibles y preparar el ambiente para seguir en esta tarea. Y justamente, esta tarea es la del “patrimonio”, hecho importante que comenzamos a valorar y tener en cuenta, justamente porque en la medida en que lo cuidamos estamos realizando el rescate de nuestro presente y la proyección de nuestras posibilidades futuras como comunidad de inmigrantes, como comunidad volguense, o como la hemos llamado tantas veces, un pueblo en camino. Y justamente, camino es futuro y desarrollo.

El patrimonio inmaterial es reconocido en todas partes del mundo como sumamente importante para mantener y preservar la identidad cultural de las comunidades. Al mismo tiempo su diversidad cultural y su afirmación frente a los otros colectivos, nos permiten mostrar una sociedad abierta, progresista y totalmente libre hacia su  futuro.

Es por ello, que les ofrezco una vez más, parte de mi trabajo que es esta obra. Lo hago con todo el cariño y espero sea recibida como tal. Las notas acompañadas por mas de 130 gráficas a color jerarquiza la presentación y permite una visión completa y agradable de los temas tratados. Siempre hay algo para mejorar y mucho para avanzar en el campo de la cultura que hace a la historia y a vivencias de una comunidad que, viniendo de un mundo muy distinto, se amalgamó no sólo con la tierra y con la cultura sino con la gente y con sus valores.

Horacio Agustín Walter, Agosto 2021.








Plantadas de los almendros

 En mis libros he insistido sobre una historia de esperanza en la cual el almendro es también un personaje. A la hora de partir de Alemania hacia Rusia, en Los Senderos del Wolga, la madre del protagonista, Magdalena toma un brote de un almendro, pide que lo preparen para llevarlo y le dice a su hijo Kaspar: Hijo! Corta una buena rama del almendro y la llevaremos con nosotros. Si crece en la nueva tierra donde has puesto tu esperanza, significa que todo irá bien.

Y así iremos haciendo la tradición de que la planta del almendro se transforme en un símbolo para la comunidad de los alemanes del Volga.

Noviembre 2020. Plantada en Tandil.

Se realizó la plantación de un almendro en el Centro Náutico del Fuerte, isla del lago, junto a un llamador visual que representa la presencia Alemana en nuestra ciudad.



Agosto 2020. Almendros florecidos de Aldea Santa María (cementerio)




Noviembre 2019. Colonia San Juan (Entre Rios)







Mayo 2019. Colonia Nievas. Buenos Aires. Ref. Karina Block






Noviembre 2018. Inauguración del Museo Pedro Sack. Aldea Santa María (E.R.)






Noviembre 2017 . Cementerio de aldea Santa María (Entre Ríos). Ref. José Luis Sack



















En domicilios particulares
Tandil, en la casa de Ursula Kiefl, plantado en 2019



El Almendro

 

El Almendro

Cuando inicié la escritura de “Los Senderos del Wolga” tuve la intención de generar un hecho, un recuerdo, un “leitmotiv” como se dice en el cine, para que por su  repetición  - como un hilo conductor – fuera marcando la importancia del desarrollo de esta historia. Esa ida se plasmó en el libro con la incorporación de “el almendro”.


“A Katherina se le hizo un nudo en el corazón, en esa  tarde, cuando escuchó de su marido la noticia de que se iniciaría el viaje. También Magdalena  escuchó lo mismo y le pidió a Kaspar que la acompañara hasta el viejo almendro, ya que deseaba quedarse unos momentos a solas. Kaspar, con ternura y cuidado, la acompañó y la recostó contra su tronco casi seco y lleno de pequeños musgos. En ese momento Magdalena irrumpió en  llanto. Viendo a su madre  desahogarse de sus viejas penas y de la violencia interna del desprendimiento, preocupado le preguntó que le sucedía.

– ¡Hijo! Corta una buena rama del almendro y la llevaremos con nosotros. Si crece en la nueva tierra donde has puesto tu esperanza, significa que todo irá bien – mientras lloraba como lo hacía ante todo acontecimiento importante – hoy quiero que lleves con nosotros un recuerdo de nuestra vida en la aldea.

Kaspar cortó una  rama. Con sus hojas y  un poco de tierra la preparó para el arraigo de sus raíces y armando un pequeño paquete, lo humedeció y lo llevó hacia el carretón. Lo acomodó en un rincón para que no se estropeara. Pensaba en el almendro y lo asociaba a la esperanza. Pensaba en la nueva tierra y no dejaba de recordar las lágrimas de su madre, iguales a las lágrimas de su abuela, a la que, también, debajo del almendro, la había visto llorar expresando su profundo dolor” (Los Senderos del Wolga, de Horacio Agustín Walter, 3º ed. El Escriba, 2017, Bs.As.).

Magdalena, la madre Kaspar  muere durante el viaje a Rusia, en el Mar Báltico y es sepultada en el mar. Cuando Kaspar se instala en la aldea que comienzan a construir y que se llamará Rothammel, planta su almendro. La cuida de las primeras nevadas, crece, aumenta su  follaje y despliega flores a lo largo de la historia de la familia Haas que no es otra que la de la migración de los Alemanes del Volga. Y cuando los hijos se van de su casa, se llevan un gajo o una rama para plantar el almendro en otra aldea, en otro lugar. Y así, se repite con cada uno de los miembros de la familia.

Kaspar Haas es el iniciador de la migración hacia Rusia, en mi novela.  Gaspar Haas, un estudiante actual revisa su historia y comienza a preparar su árbol genealógico en la búsqueda de sus raíces, descubriendo de este modo la existencia del almendro. Al final del libro, en una fiesta familiar, parientes y amigos, recibirán una pequeña  maceta  con un plantín de almendro para ser llevado a sus casas.

Mi otra novela “Las Flores del Almendro” quiere mostrar el simbolismo de esta planta que conocimos en la novela anterior. Su belleza, sus brotes y la vigencia de  aquella profética frase de Magdalena: “Si crece en la nueva tierra donde has puesto tu esperanza, significa que todo irá bien”.

Gaspar Haas redescubrirá  la historia de los Alemanes del Volga, en Argentina y también investigará lo sucedido en Rusia. Y el simbolismo de la esperanza siempre presente. Sólo que en sus recorridos por las aldeas de Rusia se encontrará con el almendro seco de sus antepasados en la Aldea Rothammel, o en otros lados,  sus plantas marchitas.


Su alegría mayor la tendrá cuando regresa a su país y en casa de un amigo volguense, que años atrás había recibido el souvenir del almendro, ahora tenía una planta hermosa y florecida.
Al abrir la puerta se sorprendió. En un macetón bastante grande lucía un árbol de más de dos metros de altura con una copa frondosa y una creciente floración El sol de la media mañana lo iluminaba en un escenario de magia y fascinación sobre la gran cantidad de flores blancas que el árbol exhibía. Un suave perfume completaba el pequeño paisaje del jardín de Luciano.

– ¿Te acordás? Es el almendro. Han pasado seis años de aquel pequeño souvenir  que nos regalaron en Colonia Hinojo. Ahora, casi a fines del invierno, está lleno de flores” (Las Flores del Almendro, Horacio Agustín Walter, 2º edición, 2016, El Escriba, Bs.As).

En varias oportunidades me pidieron que hablara del almendro. En otras, me preguntaban por el sentido de plantar el almendro. Y el sentido es este: el de la esperanza de un pueblo, de su gente. Mientras el almendro-esperanza siga verde es que las cosas irán bien. Alguien  ha tomado la idea de plantar un almendro en Escobar, un amigo en su “colonia-casa jardín” de La Plata, otro amigo en el cementerio de una aldea entrerriana.

 ¿Qué tal, si generamos la costumbre de que en cada acto que hagamos en público los alemanes del Volga, plantemos un almendro? De este modo, seremos protagonistas de una nueva tradición: la de disfrutar el colorido de sus flores entre fin de agosto y comienzo de septiembre, cuando termina el invierno y nace la primavera. De sentir el perfume de sus flores blancas y hermosas, de deleitarse con el follaje intenso de muchas tonalidades de verde.

Y cumplir ese sueño de Magdalena: Si crece en la nueva tierra donde has puesto tu 

Reportaje a Gaspar Haas

El Prof. Horacio Agustín Walter es el autor de “Los Senderos del Wolga”, una novela histórica en la que se reseña, a través de la familia Haas, toda la historia de la inmigración de los Alemanes del Volga. Gaspar Haas es uno de sus personajes: un joven profesor de historia, preocupado en la investigación de los Alemanes del Volga y en los estudios de la genealogía.  Con la debida autorización del autor hemos realizado el siguiente reportaje a este personaje de la novela de Horacio Walter.

 

Raíces Alemanas: ¡Hola Gaspar! ¿Podrías presentarte?

Gaspar Haas: Soy Gaspar. Mi apellido es Haas. Ustedes no deben olvidarse que no existo en la realidad. Soy sólo un personaje de ficción. Mi vida lo es gracias a la vida que me da el autor, Horacio y a través de ella hablo, sufro, me preocupo, investigo y soy lo que soy.

RA: Ya sabemos que sos un personaje. De todos modos, queremos hablar con vos. Hacénos tu presentación.

GH: Bien. Soy un profesor de historia. Preocupado por la etnia de mi apellido. Descubro que soy un descendiente de los que se llaman “Alemanes del Volga”. Vivo en la ciudad de La Plata. Por las investigaciones que he realizado, mis ascendientes o antepasados han vivido aquí en Argentina en el Pueblo San José, cerca de Coronel Suárez, una de las primeras colonias fundadas en la Provincia de Buenos Aires. En Rusia lo hicieron en Marienthal en la región de la Wiesenseite, o de las praderas. Anteriormente, habían vivido en una aldea llamada Rothammel ubicada en la Bergseite, es decir en la parte menos llana, con pequeñas elevaciones de sierras. Al principio de esta historia,  ellos  legaron desde un pueblo de lo que es actualmente Alemania que se llamaba Aschaffenburg.

RA: ¿Y que te ha llevado a realizar esta búsqueda de tu familia?

GH: En primer lugar, siendo profesor de Historia, me ha preocupado la investigación por los antecedentes de la comunidad Volguense, vinculada a mi apellido. Eso hizo que me propusiera investigar el proceso migratorio que resulta interesante. Una comunidad con dos migraciones: De Alemania a Rusia y de Rusia a Alemania implica para su gente muchísimas vicisitudes de tipo personal y colectivo.

RA: Ha sido muy larga la migración, estamos hablando de cerca de doscientos cincuenta años desde Alemania hasta ahora.

GH: Por eso es tan compleja e importante. Como colectivo significa muchas decisiones para migrar, luego de resolver todo el sistema de dudas, prejuicios, análisis de ventajas y desventajas. Sólo que la pobreza y el fantasma de la guerra los empujaba a querer viajar, contra toda lógica que se interpusiera. Hay dos características que hay que destacar. El esfuerzo por seguir adelante y la constancia para cruzar toda la Europa y Rusia, haciendo casi 3500 kilómetros de recorrido para llegar a la nada, sin poder retroceder.

RA: ¿y en lo personal?

GH: En lo personal, es la lucha interna de los afectos, de la extrañeza, de la gente que debe dejar en el lugar de origen a sus padres, sus familias y saber que no podrán volver a verlos. En lo personal está la fe que es lo que en última instancia los ayuda a superar todo, incluso el cansancio de las distancias y la frustración de llegar a la nada y comenzar a construir su vida. Y eso lo logran con un gran sentido de la familia a la que respetan profundamente. Respeto que no termina cuando la familia desaparece. De ahí el carácter religioso de su culto a los familiares muertos. Sólo basta visitar un cementerio Volguense para darse cuenta de esa realidad.

RA: Eso sucedió cuando pasaron de Alemania a Rusia. ¿Cuáles son los efectos cuando vienen a América y concretamente a Argentina?

GH: La problemática es la misma. Otra vez la extrañeza, otra vez dejar la familia ya que partir hacia América también resultaba una decisión de hacer algo imposible. Dejar padres ancianos o hijos pequeños. Tal vez dejar la esposa. Otra vez los afectos. Y la misma fe y la misma estima por la familia.

RA: ¿Y cuando llegan a Argentina?

GH: Otra vez, comenzar de nuevo, aunque con algunas mejoras. Existe un mejor clima que el que encontraron en Rusia, mejor predisposición política ya que había una Ley de inmigrantes (Ley Avellaneda), gente con religión similar (por lo menos para los católicos), mejores atenciones para su fe (tanto los protestantes luteranos como los católicos), y la misma concepción firme de la familia

RA. Decime, Gaspar, ¿no fue complicado vivir en aldeas para la comunidad alemana que vino del Volga?

GH: Complicado no. Era lo único que sabían hacer. Vivir juntos. Era un modo de sobrevivir juntos a las dificultades de instalación. Era mantener la lengua y sus estructuras familiares. Era su forma de armar la cadena solidaria. Aunque a la larga eso trajo problemas de integración con la comunidad existente en el país y la demora en ingresar sus hijos en las estructuras educativas. Estoy pensando en el largo tiempo que tuvieron que esperar para ingresar a las universidades…Pero hoy esos descendientes forman parte importante de la sociedad nuestra. Ya estan en las universidades, ocupan puestos políticos, científicos, en las artes, en la música, en el deporte. Ni hablar el papel que tienen en cuanto a lo religioso.

RA: Todas estas cosas las estuviste estudiando como profesor de Historia. Se que anduviste por Alemania. Fue para recuperar tus raíces.

GH: No. Fue porque había ganado una beca. Tuve que aprender alemán lo que me vino muy bien. Y en Alemania intenté acercarme a Aschaffenburg de donde creía que habían venido mis antepasados.

RA: Y descubriste algo?

GH: En principio, no. Pero luego me llegaron algunas informaciones que confirmaron mis sospechas y pude cerrar el ciclo de investigación familiar y completar, al menos una rama del árbol de la historia familiar. Estuve unos meses, cumplí con mi beca, hice muchos amigos y volví a la Argentina.

RA: ¿Y que hiciste a tu vuelta?

GH: A mi vuelta a Argentina, en momentos de mucha crisis, me asenté en la profesión. Comencé a dar clases de historia. Y paralelamente, me vinculé con la comunidad alemana del Volga. Profundice su historia y su cultura y seguí investigando a mi familia. Eso me llevó a visitar el pueblo de mis padres, San José, en Coronel Suárez y recuperar parte de la historia. Tuve suerte ya que encontré documentación importante que me permitió sacar conclusiones y completar el árbol familiar.

RA: Eso parece ser muy importante.

GH: Seguro. A tal punto que con esa documentación y archivos que me fueron llegando desde Alemania puede reconstruir la genealogía familiar y hacer una gran reunión de toda la familia Haas en una de las colonias mas importantes en la provincia de Buenos Aires como es la Colonia Hinojo, la primera que se fundó al comienzo de la migración, en 1878.

RA: Y ahora, que es lo que estás haciendo?

GH: Mi intención es visitar todas las aldeas y colonias Volguenses. Rescatar experiencias, dejarme asombrar por la forma cómo se vive la cultura en esos lugares, con mucha humildad y con mucho respecto. A veces creo que voy a llevar algo y siempre me traigo mucho más cosas de las que dejo.

RA: Y con lo que has hecho, con lo que has encontrado, ¿te sentis satisfecho o tenes otros planes?

GH: Siempre hay planes. Quiero seguir investigando la historia que nuestros antepasados dejaron en Rusia. Profundizar en sus problemas. Me imagino que los que se quedaron en las aldeas de Rusia han sufrido mucho mas que nuestros abuelos. Al menos mirado con mucha perspectiva. Ellos han debido sufrir primero el proceso de rusificación donde les impidieron seguir con su lengua y con sus formas de vida, escondiendo a sus hijos para que no los lleven a las milicias.

RA: Probablemente han  han debido soportar muchas mas cosas que la rusifiación.

GH: Seguro. Luego estuvo la sovietización, en la revolución de 1917, luego la primera guerra mundial, una gran hambruna en 1921, la republica soviética de los alemanes del Volga, luego la deportación a Siberia que ha sido un verdadero holocausto. Y el regreso de los supervivientes a quienes les negaron su identidad. En realidad, han sufrido mucho.

RA: Gaspar, te agradecemos el tiempo que nos dedicaste y te quiero hacer una pregunta muy personal: ¿nos volveremos a encontrar?

GH: Probablemente. Creo que Horacio está pensando en ubicarme en otro de sus libros. De este modo, seguro que nos encontraremos.

RA: Nuevamente, Gracias y saludos para Horacio.

GH: Les mando un cariño especial a los lectores de Raices Alemanas. Y los saludos se los pasaré a Horacio. Hasta pronto.

 

Gaspar es una creación de Horacio Agustín Walter. Para conocer más de ellos pueden ingresar a su blog. www.lossenderosdelwolga.blogspot.com o comunicarse con el correo electrónico: horacioawalter@hotmail.com. En ambos lugares pueden solicitar “Los Senderos del Wolga”.

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Mis libros no se encuentran en las librerías.

Pero no es complicado adquirirlos.

Sólo basta enviarme un mensaje de interés por tenerlos a mi correo electrónico (horacioawalter@hotmail.com).

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Posteriormente les envio el libro a través de Correo Argentino.

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